Con el tiempo me he dado cuenta de que el cambio es
inherente al vivir, una parte de mi quisiera volver a ser como antes, otra
quiere que el momento que estoy viviendo dure para siempre. Es normal el anhelar
volver a vivir algo en el futuro, y en realidad si se vuelve a vivir no importa.
Sonreír
porque algo pasó es la magia de crecer, sentirse triste porque algo pasó
también lo es. Siempre pensé que la manera de madurar y entender el mundo era
apreciar todo lo que pueda aprender y esperar que en el futuro las cosas
siempre van a salir bien; es una forma interesante de vivir, aprendí que todo
lo malo me deja algo, a veces incluso mejor que una buena experiencia, pero no
es suficiente. Concentrarse en aprender y evitar perder no es la mejor forma de
vivir, aprendí de la peor manera que jamás voy a terminar de entender desde lo
más simple hasta lo más abstracto, todo tiene una página más al
final que no podía ver al principio.
Cuando
he cometido un error intento remediarlo de inmediato, dejar crecer un problema
le ha dado a mi vida cambios muy grandes. Nunca supe si luchar por mantener un
rumbo iba en contra de mi propia expectativa del mundo, quizá no hay manera de
saber qué habría ocurrido, pero no importa, lo que tengo ahora es lo que he
formado de mí y no me puedo culpar por intentar conservarlo. Mi felicidad llegó
bajando las escaleras y me ha enseñado que cuando dejo de anticipar, mi vida
toma giros agradables. Abrazar un cambio es aprender a vivir, abrazarse a uno
mismo es madurar, pero para mi, disfrutar cada abrazo es disfrutar estar vivo.
Grandes palabras.. concuerdo con tu pensamiento.
ResponderEliminarMe llegó bastante:)